Wednesday 28 March 2012

Rodrigo Alvarez leaves

Another minister has resigned from the Piñera cabinet. This resignation was unusual in that the president was out of the country when it happened. Reports are that Piñera asked the outgoing energy minister to await his return to discuss Alvarez' complaints, but Alvarez was unwilling. Following the resignation, Alvarez gave an astonishing press conference, in which he complained that he was given a set of instructions on how to deal with the uprising in Aysén, and the government changed those rules in order to reach an agreement, leaving him completely out of the loop.


Here are some further thoughts on the resignation and what it means for Piñera, published today in El Dínamo:


Es normal que en un gobierno que dura cuatro años haya ministros que vengan y ministros que van. Lo curioso de este gobierno en particular es que las personas que han dejado sus cargos generalmente lo han hecho por voluntad propia. El presidente se ha mostrado reacio a echar a miembros de su gabinete. Es posible que él vea la integridad del equipo como una señal de la salud de su gobierno, y las partidas como una muestra de debilidad. La renuncia voluntaria de un ministro más representa un golpe fuerte. Pero este ministro no es cualquiera. 
Rodrigo Álvarez goza de altos niveles de popularidad entre sus colegas y es bien visto por el público. Miembro de la UDI, su partida ha reabierto una herida latente ya que ese partido se siente víctima y marginado del centro del poder. Las palabras del ministro saliente dejaron en claro su decepción y sospechas de que alguien le hizo la cama, y que, para colmo, se la hicieron mientras el presidente andaba de gira en el exterior. Todo esto deja una impresión de desorden que le hace daño al gobierno y a la política en general.
Si la oposición cree que sacará ventaja del ocurrido, se equivoca. Estos casos solo sirven para confirmar el desapego de la política y los políticos. Los ciudadanos esperan que los ministros renuncien – o que sean despedidos, lo que en la política muchas veces es prácticamente lo mismo – por razones de incumplimiento o ineptitud. No evaluará bien la partida de un hombre honesto y competente por haberse sentido excluido de un momento clave, y mirará con repugnancia el ciclo de acusaciones y recriminaciones que sigue. 
Tal vez lo más preocupante es que la historia se repite. Primero, en el sentido en que el gobierno transforma un triunfo (acuerdo en Aysén, rescate de los mineros) en una derrota para la opinión pública (salida de Álvarez, salida de Bielsa). Es un error comunicacional que contribuye directamente a los bajos niveles de aprobación. 
Segundo, hay un patrón de buenos ministros que parten del gabinete por razones perfectamente evitables. Con los ministros Fontaine y Bulnes, el gobierno comenzó a perder a los mejores, personajes que lo hacían bien, que eran bien preparados, pero que se sintieron víctimas de las operaciones políticas de la Moneda. Hoy muchos culpan al ministro del Interior, pero se equivocan. Esto no ha sido el duelo de los Rodrigos. Es un patrón de conducta, basado en el hecho que éste es el gobierno del presidente Piñera, no de una coalición de dos partidos. Frente a ese tipo de liderazgo, no hay cuoteo que aguante. 
Ahí radica una diferencia importante con la Concertación. Por todo lo feo que era el cuoteo político,  éste permitió construir un proyecto, involucró a los socios de la coalición de manera que incluso hoy, después de una dura derrota y un difícil período de ajuste, sigue habiendo algo que se llama Concertación, con identidad propia. Como contraste, este gobierno buscó su identidad en una nueva forma de gobernar, en que la eficiencia impuesta por ‘los mejores’ traería su propia recompensa. Pero los mejores se están yendo, y al hacerlo dejan en evidencia un proceso de toma de decisiones que pone en cuestión la eficiencia. No hay ni eficiencia, y los mejores se van.




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